martes, 20 de noviembre de 2012

Temporada 2011-2012


La temporada pasada fue buena en cuanto a entrenamientos y carreras realizadas. Si hablamos de resultados, éstos fueron mejores que los propuestos inicialmente o alcanzados antes de lo previsto. Yo cuento las temporadas como en el cole, siguiendo el calendario escolar con inicio en septiembre. Para empezar bien el año participé en una carrera de montaña a finales de agosto. Se celebraba en Cerceda con motivo de la celebración de sus fiestas patronales. La distancia era de 14 km y el desnivel considerable ya que se llegaba hasta Mataelpino pasando antes por El Boalo, y vuelta a Cerceda por otro lado. Tardé muchísimo, 1h24, pero bueno era la primera carrera del año. Después, en el mes de septiembre, participé en la CorreBecerril. En esta carrera ya había participado en otra ocasión pero no estaba tan fuerte como esta vez. Como es inicio de año no estoy entrenado pero aun así lo estoy mucho más que hace unos años.

En mi vida de corredor he pasado por muchas fases. Hubo una primera época en la que corría mucho, o eso me parecía a mí en ese momento, realmente eran 30-35 minutos pero lo hice durante muchos años de mi vida de estudiante. Luego en mis inicios en la vida de “mayor”, para no anquilosarme de tantas horas en una oficina, decidí retomar el running, me preparé dignamente y decidí dar el salto. Descubrí que se celebraba una carrera popular, La Melonera que es gratuita, y que se corre por Embajadores el barrio de mi abuelo. Me inscribí y sufrí como un cochino. Tuve el coche-escoba justo detrás de mí y de otros tres corredores más durante unos 5 km. Yo no podía más pero tampoco los otros que iban conmigo, ellos aflojaron un poco y yo pude correr sin la presión psicológica del coche-escoba. Esta segunda época duró unos cuantos años, corrí bastantes carreras por la sierra y algunas en Madrid. Participé varios años en la San Silvestre Vallecana, dos veces de pirata y una con la camiseta oficial que no era como las de ahora sino de manga corta y de un tejido malísimo. Me atreví hasta con un Medio Maratón, el de Madrid, que acababa en la pista de atletismo del Canal de Isabel II. Esta época duró unos 4 ó 5 años. Pero lo dejé.

Pero llegó el gran cambio de mi vida, mi primer hijo, Álex. Y decidí retomar de nuevo el running, pero esta vez realmente en serio. Me planifiqué dos salidas mínimo por semana. Había semanas que corría más veces y otras más tiempo, el caso es que iba mejorando mi forma física, mis tiempos y sobre todo aumentaba la distancia que corría. Empecé a apuntarme a carreras de todo tipo, me aficioné de verdad. Corrí numerosas carreras populares por los pueblos de mi alrededor, diría que he corrido en todos los que hay en un radio de 25 km. También corría en Madrid pero me daba más pereza por los madrugones, el tráfico, aparcar, y todo eso. Aquí en la sierra llegas en 15 minutos, aparcas, calientas, y a correr. Aun así tome la salida en muchas celebradas en Madrid.

Volviendo a la temporada 2011-2012, llevo ya en mi mochila 3 Medias (21,097 km), algunas carreras de 15 km y casi todas de 10 km. En los diez miles mi tiempo ha mejorado mucho desde mis primeros 1 hora y 5 minutos, que fueron mejorados sustancialmente cuando superé la barrera de la hora. De ahí primero cincuentas altos, más tarde medios, para ahora estar en los 52 minutos. Pero este año tengo que bajar de los 50 minutos, tengo que hacer un 49’ como sea. Ese es uno de mis objetivos. Ese y participar en al menos dos Medias, la de  Madrid y la de Fuencarral. Y la gran traca final, el Maratón de Madrid. Para ello debemos correr mucho más de lo que corremos hasta ahora. A veces hablo en plural porque en el ajo estamos metidos mi hermano Miguel, su cuñado Santi y un servidor. Además, son buenos tiempos para el running, amigos, amigos de amigos, compañeros de oficina, vecinos, conocidos, ahora se puede compartir esta afición con más gente. Antes estabas más solo. En cualquier carrera puedes estar antes de la salida con personas conocidas y esto da más vidilla. Eso y los hasta 35.000 inscritos en las carreras más famosas.

En la carrera que mencionaba antes, la CorreBecerril, hice 50’ exactos. Increíble, había mejorado dos minutos mi mejor marca personal y me había acercado peligrosamente a mi objetivo. No estaba seguro de la distancia del circuito, no me cuadraban las distancias y no tenía forma de calcularlo porque en ese momento no tenía GPS. Dos semanas después se celebraba La Cuesta del Tirón, una carrera de 10 km que tiene lugar en San Agustín del Guadalix, que también la había corrido anteriormente. Salí a por todas y me marqué otro 50’. Estaba en racha, había llegado casi al objetivo. En la siguiente carrera, Madrid Corre por Madrid, salí muy confiado pero como había mucha gente me agoté de tanto subir y bajar aceras para adelantar a la muchedumbre. Es lo que tiene salir casi al final en una carrera con más de 10.000 inscritos. Llegué en algo más de 50’, creo que recordar que 52’ o tal vez 51’, daba igual, peor de lo esperado.

50 minutos en La Cuesta del Tirón

Seguí entrenando y a mediados de octubre, en la Carrera del CSIC, me estudié el recorrido y salí a cuchillo. Pasé por el kilómetro 5 en 24 minutos, con haberlo hecho en 25 valía, aguanté el ritmo de 5 min/km y sólo perdí un poco en la cuesta de la Calle de Alberto Alcocer. La bajada por Serrano la hice por debajo de 5 y llegué a meta en 48’40’’ o algo así. Increíble. Exultante. No cabía en mí. Bajé de 50’. Un 48’. Un puto 48!!!

En noviembre no participé en ninguna prueba de running pero sí en un duatlón nocturno que se celebró en Miraflores de la Sierra. No fue muy duro por el recorrido pero sí por ser de noche y no verse nada, y porque era tan mala la organización que nos perdimos hasta en tres ocasiones. Estuvo gracioso, correr por el campo sin ver nada, pedalear con un poquito de luz por zonas que en principio eran fáciles pero una piedra grande, un agujero, una rodada, cualquier cosa te podía hacer caer. Habrá que repetir en algún otro duatlón.

El mes de diciembre fue otra cosa. El primer domingo de mes, la Carrera del Cerro de la Marmota, en Colmenar Viejo. 25 km de carrera de montaña, no de montaña con grandes desniveles pero si de continuos subes y bajas. Al final son como 500 metros de desnivel acumulado y 25 km, decidimos tomárnoslo con calma y salir trotones. Era nuestra primera carrera larga, si consideramos una carrera larga como aquella que tiene un recorrido superior al Medio Maratón, esto es 21,195 km. Y como tal nos la teníamos que tomar. Salimos con calma el trío calavera (Miguel, Santi y un narrador) junto con un amigo de mi hermano, Andrés. Íbamos pasando todos los kilómetros en un ritmo constante de 6 min/km pero en el Cerro de la Marmota, en el Puto Cerro de la Marmota me clavé. Mi ritmo bajó muchísimo pero eso no era lo peor, estaba agotado y me quedaban al menos 8 km. Llegué como pude al 22 y me dio bajón, se me atragantó. Cada metro fue un horror, aun así zancada a zancada completé los 25 km. El tiempo fue pésimo, 2h40, 10 minutos más de lo planeado pero había superado una prueba larga de montaña y jamás había estado corriendo tanto tiempo.

Antes de la salida: Andrés, Santi, Jj y Miguel

La siguiente carrera de ese mes fue el Cross de Patones, 12 km y unos 200 m de desnivel positivo, todos de golpe en poco más de un kilómetro. Aquí ya corrí con un tiempo de 1h12 pero este año estaba más fuerte. Salí a por todas con la idea de bajar de la hora y diez minutos. La temida subida se me atragantó un poco, sobre todo a la hora de recuperarme en el llano ya que no pude apretar, sólo seguir trotando. Pero empezó la bajada y por arte de magia aceleré y empecé a bajar de 5 un kilómetro tras otro. Al llegar a meta, 1h05. Tremendo.

Llegada a Patones

Y para acabar el año, la San Silvestre Vallecana, el 31 de diciembre. Ya la he corrido en 7 ocasiones contando esta. Decidí que debía de bajar de 50’, esta carrera aunque es todo bajada tiene un kilómetro y pico en subida que machaca mucho por el cambio de ritmo. Aun así, no pinché demasiado y como llevaba margen de sobra porque había pasado el km 5 por debajo de los 24 minutos. Podía hasta mejorar mi MMP (Mejor Marca Personal) del CSIC y tras un bajoncillo en la subida apreté como pude hasta el final y terminé en 48’28. MMP y encima en la sansil.

MMP en un 10K

En el mes de enero participamos en la Carrera Pedestre de Tres Cantos, son 15 km sin mucha dificultad que me incitaron a intentar correr toda la carrera en un ritmo de 5 min/km. Para ello debía de correr todos y cada uno de los quince kilómetros de esta carrera a ese ritmo. Corrí junto con Santi y Matías, un compañero de la oficina. Fuimos juntos casi todo el recorrido, pero Matías que está hecho un fenómeno aceleró en el último tercio y marcó un impresionante 1h14, por debajo de 5 el kilómetro. Santi y yo llegamos justo en 1h15, alcanzando así nuestro pequeño objetivo personal. Subidón, subidón!!!

En febrero salimos con mucha confianza en el Medio Maratón de Fuencarral, conocíamos el recorrido y además habíamos entrenado en montaña haciendo trail-running. Por tanto, no se nos debía dar tan mal la subida desde El Pardo, tres kilómetros especialmente duros. Es una carrera muy bonita por un paraje maravilloso que recomiendo fervientemente. Yo estaba dispuesto a ir a por la hora y cincuenta minutos, esto era mejorar mi MMP en unos tres minutos pero esta carrera es distinta, es mucho más dura. Además, suponía mejorar en más de diez minutos mi anterior marca aquí en 2011. Corrí como un poseso toda la carrera y conseguí pasar la línea de meta en 1h49. Objetivo cumplido!!!

Tiempazo, 1h49 neto

En marzo disputé el Medio Maratón Tragamillas en Collado Villalba. Es una carrera curiosa, hay asfalto, arena, piedrecillas en algunos momentos, urbanizaciones, polígonos industriales, calles principales del pueblo, de todo. La idea era mejorar, quería el 1h45. Cumplí kilómetro a kilómetro pero poco a poco me fui deshinchando. A pesar de todo llegué en 1h47 que no está nada mal. No logré el 1h45 pero conseguí MMP.

Ya en abril tocaba el Medio Maratón de Madrid, tercera participación y sexto medio en mi vida de runner. En uno de los numerosos domingos de tirada montañera, en una zona de bajada rocosa me pegó un zurriagazo tremendo la rodilla izquierda, esto ya lo había experimentado yo antes al bajar escaleras pero en esta ocasión me dejó seco, ni una zancada más pude dar corriendo, andando ya me era difícil avanzar.

Suspendí temporalmente el plan de entrenamiento. Salí preocupado en el Medio Maratón de Madrid, que se celebra justo 3 semanas antes del Maratón, y lo corrí bastante dignamente para mi nivel. La idea primigenia era hacer 1h45, es decir a 5’ por km, ya me había acercado en los dos medios realizados unos meses antes (1h49 en el de Fuencarral con sus fuertes subidas desde el Pardo y 1h47 en la Tragamillas de Collado Villalba). No tenía que ser complicado, correr a 5’ todo el rato, así fue hasta el km 14 pero, a partir de ahí la cosa se complicó, la rodilla me empezó a fastidiar, me atoré, y peté, tanto física como anímicamente. Fue un triunfo llegar al Parque del Retiro, darle la vuelta entera y subir el cuestorro ese hasta la Puerta de Alcalá, para entrar en 1h51’, un desastre. Casi no llego. Aun así, mejoré mi marca del año pasado (1h53), no es para alegrarse mucho pero algo es algo.

Lo peor llegó después, un dolor intensísimo en la parte interior de la rodilla izquierda, todo el  domingo sin moverme, el lunes cojeando en el trabajo, y el martes un poco menos pero también con malas sensaciones. Durante esa semana y la siguiente no pude correr nada, absolutamente nada ya que me era imposible, me dolía la rodilla hasta para bajar escaleras, al agacharme para ponerme de cuclillas (imposible atar los cordones de las zapatillas de mis hijos!), y limitaciones por el estilo.

Y quedaba lo mejor. El Maratón de Madrid. Y ahora cómo iba a correr yo 42 kilómetros si no podía ni andar decentemente. En las últimas semanas no había corrido mucho pero mi gran objetivo para esta temporada se acercaba…

domingo, 14 de octubre de 2012

MTB – Bola del Mundo (M)


Esta ha sido una de las rutas más duras que he hecho en bici de montaña. Al final fueron 82 km prácticamente todo el tiempo por campo, excepto pequeños enlaces por carretera y el gran final de la ascensión desde el Puerto de Navacerrada hasta el pico de Bola del Mundo.

Salimos de Soto del Real mi hermano Gabriel y yo a las ocho de la mañana… a quién se le ocurre pegarse estos madrugones para sufrir !!! Desde Soto avanzamos sin prisa pero sin pausa hasta Manzanares el Real, primero por la Cañada Real Segoviana y luego por el sendero limítrofe al Embalse de Santillana. Desde Manzanares bordeamos el Parque Regional del Manzanares dirección Mataelpino y desde allí hacia el pueblo de Navacerrada.

Aquí empieza lo bueno de verdad ya que se inicia la ascensión al Puerto de Navacerrada. Es una pista fácil, sin muchas complicaciones. Al principio no es de fuertes pendientes, se va ascendiendo sin mucho esfuerzo pero llega un momento en que el desnivel es durísimo. La pista se convierte en una trocha salpicada de unos pedruscos del tamaño de melones, que te hace variar constantemente la trayectoria. Ya no subes de forma directa sino que vas esquivando las raíces y las piedras.

La subida se torna en dura dura, mi hermano Gabi va subiendo sin parar a su ritmo, que es un ritmo infernal para mí. Además el capullín acaba de hacerse la Transcantábrica que debe de ser como para cagarse. Tuve que poner el pie a tierra un par de veces porque no era capaz de subir del tirón. Menos mal que sólo fueron unos 100 metros, el terreno se hizo más transitable y la pendiente me dejó pedalear. En ese momento, un grupo de ciclistas nos dieron alcance pero apretamos los dientes y les dejamos atrás antes de coger el último tramo de carretera hacia la cumbre.

Esos últimos metros son horrorosos porque son muy duros, dentro del bosque ya sabes lo que hay pero ahí, en la carretera, y con todos esos edificios la pendiente no parece tanto pero vaya si lo es. El caso es que llegamos a los 1.800 metros aprox. que hay en la cima y de ahí, sin parar, enlazamos la subida hacia Bola. Fue como un pequeño homenaje a los ciclistas de la Vuelta a España porque éstos iban a subir por allí justo el sábado siguiente.

Una vez pasas una barrera empieza un tramo de hormigón armado, con unas grietas anchísimas que hacen que me pregunte cómo demonios los de carretera pueden subir por allí? Se les tiene que colar la rueda seguro! Además, los desarrollos que ellos llevan son demasiado para esas cuestas. La velocidad media de la primera rampa, que es algo así como una recta, no es de más de 4,5 km/h. Y acabamos de empezar a subir !!!

Después de varias curvas llegas a un punto desde donde ya se divisan las torres de las instalaciones de Bola del Mundo. Crees que ya está, que ya has llegado, pero a partir de este punto es cuando aparecen las rampas del 18 y 19%. Te quedas clavado en las revueltas, yo tomo las curvas completamente por el exterior para hacer la subida menos dura pero me da igual. Esto no hay quien lo suba !!!

Gabi hace tiempo que me ha dejado atrás, para ser sincero en la primera recta de la subida. Al principio por lo menos le veía. Ahora ya hace un rato largo que no le veo. En una de las únicas rectas que hay hacia el final, tengo que poner los pies al suelo porque ya no soy capaz de avanzar más, ni tan siquiera dando bandazos de un lado a otro. Ando unos metros y me vuelvo a subir a la bici, y obstinadamente voy subiendo, poco a poco. Al final se trata de una subida de unos 500 metros de desnivel que se hace en poco más de tres kilómetros, por lo que han sido los km más lentos de mi vida. Y los más duros !!!

Eso sí, las vistas desde allí arriba merecen la pena. Por un lado divisas Madrid, las torres de la Castellana, los grandes edificios de la capital. Hacia el otro divisas el Valle de los Caídos con la enorme Cruz, el Escorial y todos los pueblos de esa zona. Hacia la Pedriza divisas Colmenar Viejo, Tres Cantos, etc. Con unos buenos prismáticos seguro que se ve Guadalajara … o Murcia, je, je. Hacia atrás, el resto de los gigantes de la sierra madrileña, con la Cuerda Larga y sus  Cabezas, Peñalara, y por supuesto La Granja de San Ildefonso y a lo lejos Segovia. Insisto, merece la pena venir, aunque sea en coche hasta el Puerto de Navacerrada y andando hasta Bola.

Hace frío, comemos algo, bebemos y tras descansar un poco iniciamos el descenso que es mucho más rápido de lo que me pensaba. En un plis plas estamos abajo, y comenzamos la bajada de la trialera en modo combate. Esto es, horquilla Talas a 140 mm y sillín abajo. Los pedrolos tan molestos de la subida se han convertido en una alfombra por la que pasamos a toda pastilla. En menos de lo que nos damos cuenta estamos abajo, no ha sido una bajada especialmente divertida ya que es relativamente fácil pero si es muy rápida. A  mí me gustan más cuanto más difíciles son las trialeras, con piedras y cortados de generosas dimensiones que te obligan a estar muy atento. Pero bajar a todo trapo por donde me costó tanto subir unas horas antes he de decir que también tiene su encanto.

Desde Navacerrada hasta Mataelpino fue muy divertido ya que se trata de un camino estrecho con continuas curvas y sólo cuando circulas por la pista se me empezó a hacer difícil el regreso. El resto de la vuelta a casa no fue tan divertido ya que estaba bastante agotado pero si lo es en cuanto al paisaje que se aprecia y lo bonito de la zona. Desde Manzanares llegas hasta Soto del Real por un sendero que linda todo el rato por las inmediaciones del Embalse de Santillana con unas preciosas vistas de éste.

Como resumen deciros que es una ruta especialmente dura pero tan gratificante que desde luego tengo ganas de repetirla. Espero estar más entrenado para así asegurarme un buen disfrute.


La Maliciosa y al fondo a su izquierda Madrid

Navacerrada y alrededores

En la cima. Objetivo cumplido !!!

Jj con Gabi. Estás muy fuerte chaval !!!

sábado, 13 de octubre de 2012

Ciclismo – Miranda de Llaberia (T)




Estamos de vacaciones de verano en Cambrils. Para ser más exactos debería decir que nos alojamos en el Camping Playa Montroig Resort, que está ubicado en la Costa Dorada a unos 8 km al sur de Cambrils. Aunque el camping está ubicado en la costa, realmente pertenece al Termino Municipal de Montroig, pueblecito éste de interior muy cercano a las montañas. Su ubicación es perfecta para la práctica del mountain bike ya que existen multitud de pistas que enlazan con los pueblos de alrededor y con la costa.  Además, desde el mismo pueblo parten numerosas rutas MTB de todo tipo.

Se trata generalmente de rutas familiares, bastante sencillas, con un perfil suave y de distancias cortas y medias. Merecen la pena porque la zona es bastante bonita. Si queremos algo más de cantidad y calidad, existen varias rutas de dificultad media, con distancias más largas y parajes más salvajes, más montañosos. Sin ser alta montaña, se puede subir por ejemplo a la Ermita de Nuestra Señora de Madre Deu, con unas vistas espectaculares de toda la costa ya que se encuentra localizada en lo alto de una colina. Las indicaciones geográficas de los carteles explicatorios nos ayudan a localizar un buen número de poblaciones.

Costa Dorada

Es una ruta relativamente sencilla, no muy dura pero que en su último kilómetro exige estar fuerte ya que durante unos cuantos metros se sube por una fuerte pendiente. Hasta aquí subí dos veces. La primera me lo encontré de casualidad. Salí desde el camping sin rumbo fijo y con las anotaciones mentales que tenía después de haber estado bicheando la zona gracias al Google Earth y a la aplicación Wikiloc. Me resulto fácil encontrar las pistas adecuadas y llegué hasta más allá de Montroig. Como me adentré en una de las rutas señalizadas, la seguí y resultó ser la que subía hasta la Ermita de Madre Deu. El tramo final se me hizo un poco duro ya que no me lo esperaba y después de pedalear suavemente durante todo el trayecto me chocó el cambio de ritmo. Subí hasta el final con gran esfuerzo y me regalé durante un buen rato las maravillosas vistas que se divisan desde allí.

El segundo día que vine hasta aquí ya lo tenía pensado, con lo que me resultó bastante fácil. De hecho, el ritmo fue bastante superior y ya que se trataba de una distancia relativamente asequible, unos 35 km, decidí hacerlo a un ritmo exigente. En la rampa final coincidí con otros 3 ciclistas. A la chica y al abuelete los dejé clavados justo al principio pero el otro se picó un poquito conmigo siguiéndome a rueda. Aumenté el ritmo a pesar de todo lo que quedaba y en cuestión de un minuto lo abandoné. Los metros finales se me hicieron agónicos ya que no podía dejar de mantener el ritmo por si me cogía el menda. Aguanté como pude y le metí casi un minuto al final. Como Alberto Contador me sentí en esos momentos !!!

A lo que iba, que al final me despistó más que un niño en una tienda de chuches. La ruta que os iba a mencionar en esta crónica es otra muy diferente. Es una ruta principalmente por carretera ya que el objetivo es llegar a la Miranda de Llaberia. Se trata de un mirador en lo alto de la montaña, junto a un pequeño observatorio, y se encuentra a 908 metros sobre el nivel del mar, que es justamente desde donde yo salgo. Al final, el desnivel positivo alcanzado no está mal, unos 1.200 m. Sólo se puede llegar hasta este lugar por carretera. O eso es lo que yo pensaba cuando lo analicé en el Google Earth. Resultó no ser así ya que es posible hacerlo por una senda tortuosa que tiene que ser de lo más emocionante pero de esto me di cuenta más tarde.

Allí al fondo está Llaberia

He de decir que también me planteé la ruta por carretera porque eran unos 60 km, y por tanto no me podía exceder mucho. Para no hacerla demasiado tarde, con los inconvenientes que tendría eso en cuanto al calor de la mañana y a las posibles reprimendas por estar toda la mañana por ahí haciendo el tonto con la bici, me decidí a levantarme a las siete de la mañana. A las 07:15 estaba saliendo del camping. Es de lo más reconfortante iniciar una actividad a esta hora de la mañana ya que vas viendo como todo a tu alrededor se despierta y empieza el día. Tú lo ves desde otra perspectiva, mola aunque no es para hacerlo muy a menudo que estamos de vacaciones.

A las 9 de la mañana ya estaba subiendo por los valles que me llevaban al final de la etapa, se trataba de subidas largas pero no muy duras, por lo que se puede disfrutar mucho de la zona y de las vistas. Solamente al final la cosa se complica un poco ya que se ha de subir mucho desnivel en sólo unos kilómetros. Aun así, es un sitio muy recomendable para pedalear ya que las vistas hacia cualquier dirección invitan a la relajación y a la calma interior. Esto unido a que no me encontré con prácticamente ningún coche en todo el trayecto hizo que la ruta fuera una pasada. Una vez se llega a Llaberia hay que coger una pista forestal que nos lleva hasta la cima donde se encuentra un observatorio o algo parecido. Las vistas deben de ser preciosas y alucinantes, digo que deben de ser porque la niebla había subido mucho y no se veía nada en ninguna dirección y mucho menos hacia abajo. Una pena subir hasta allí arriba para no ver nada pero que se le va a hacer.

Precioso el valle de subida


Jj en la cima. Objetivo cumplido !!!

Ya en la bajada, localicé unas indicaciones de diferentes sendas que te llevaban al otro lado del valle. Aunque parecían claras y seguro que me llevaban bien, decidí bajar por la carretera y evitar así posibles incidencias del tipo “me encontré con un cruce de caminos donde me equivoqué y el despiste me supuso tres horas de sufrimiento”, o “la dirección y rumbo eran buenos pero la senda intransitable para ir en bici”, o “con continuos subes y bajas de los que al cuarto ya no puedes más y te dejan baldado”. El caso es que al final me rajé pensando en llegar a una hora decente, y disfrutar de una mañana de playa.

Qué yuyu !!!

El camino de vuelta se me hizo muy corto ya que gracias al desnivel constante era una delicia circular a gran velocidad casi sin esfuerzo. Una vez llegué abajo, como el cuerpo se acostumbra a una cadencia de pedaleo, la mantuve junto con una alta velocidad y llegué lo suficientemente pronto como para darme un chapuzón en la piscina y luego relax en la playa. Bueno, el relax que supone estar en la playa con tres niños pequeños. Que si nos bañamos, que si hacemos un castillo, que si un puente, que si jugamos a esto, y a lo otro, que la pequeñaja se marcha para allá, que el mediano se ha metido solo en el agua… Pero esto ya es otra guerra de la que ya hablaremos otro día.

Ruta: 61 km y 1.200 m d+

Perfil de la ruta